domingo, 1 de enero de 2023

Reflexiones del reflejo

 Primero de año. Día para la reflexión. Hoy quizá, más  que nunca, pues la verdad no recuerdo cuando fue la última ocasión en la que comencé un primero de enero sin una enorme resaca. Estas suelen ser fechas para eso, o al menos siempre lo han sido para mí. 

Pero este año ha sido diferente. He amanecido con todos mis sentidos lo suficientemente despiertos como para comenzar a funcionar como un día cualquiera y salir a dar un paseo para dar la bienvenida al Sol.

Caminando por la playa, me he cruzado con una garceta que pescaba en una charca. Me descubrí absorto observando su estoica postura mientras permanecía al acecho, sostenida sobre una pata y mirando la superficie inmóvil, aguardando el momento. La simetría de la imagen me empujó a fotografiar el instante y me devolvió a mis primitivas cavilaciones. 

Gracias a este cúmulo de circunstancias me ha sido posible hacer la siguientes reflexiones, pues comienza un nuevo año y es momento de analizar lo pasado y hacer propósitos (algunos de enmienda, seguro) para los trescientos y pico días que nos esperan en adelante.

El reflejo de la garza me hace pensar en lo que de espejo tiene este momento. Mirar al pasado para ver mejor el futuro. Ver quien fuiste ayer, para poder imaginarte mejor en lo que te aguarda mañana.

Sin duda toca valorar lo bueno que ha pasado y celebrar la consciencia de ello intentando ser más cuidadoso con las cosas delicadas que a veces manejamos, las nuestras y también las ajenas. Pero también hay que rememorar los malos momentos, los errores, los descuidos; todo ello sin mortificaciones innecesarias, pero con la suficiente gravedad para poder cambiarlas si vuelve a presentarse la ocasión.

Esta evaluación de lo acontecido debería darnos pistas para poder provocar los cambios que nos lleven a ser mejores, o eso solía pensar. Sin embargo este año creo que la frase estaba equivocada, o al menos, lo que siento es que debo buscar los cambios que conduzcan a hacernos el bien

Hacerse el bien aun a riesgo de sacrificar algo de nosotros mismos en el proceso aun a sabiendas de que quizá nos obligue a ser más egoístas, a ignorar más a menudo la empatía, a no perseguir quimeras sin respiro pues está escrito que nunca nadie podrá alcanzarlas. Desde luego a priorizar el tiempo y la dedicación a las personas y cosas que realmente lo merecen y dejar atrás distracciones que solo hacen restar energías a las primeras.

Hacerse el bien puede llevarte a no decir algunas cosas para evitar tener que ser consecuente con ellas, pues se está más libre en silencio, y si uno no es capaz de liberarse de las ataduras que las propias palabras obran , será mejor dejarlas en el mundo de las ideas y que no se materialicen como carceleras en el mundo de los actos. 

La reflexión, el propio reflejo...

Hacerse el bien...

El año que comienza

Supongo que son reflexiones tontas de un tonto que no sabe lo que dice, pero escribirlas, materializarlas, contribuyen también a alimentar este proceso de reflexión que se me brinda hoy con este primer día del año...