martes, 9 de julio de 2019

El libro

La pesadez y la somnolencia se apoderaban de mi mente, abotargada ya entre tantas letras y tanto mapa. 


El calor se concentraba en las estancias de la oscura biblioteca invadida por murmullos incesantes e implacables.

Son momentos de cansancio y estupor que impiden a la mente seguir recibiendo información y la fantasía se escapa del interior de la cabeza para materializarse en sueños, esos pequeños impulsos eléctricos que nos hacen descansar... Y así fue como todo se volvió negro en derredor y lentamente cesó el murmullo.


Cuando volví de mi viaje onírico el contacto de mi cara con la mesa me pareció gélido. Los papeles yacían desperdigados entorno a mí y me rodeaban montañas de libros y manuales. El rumor de antaño había cesado y ahora reinaba un majestuoso y sepulcral silencio. Miré alrededor, y sorprendido me percaté de que estaba sólo y las estancias de la biblioteca parecían haberse multiplicado y crecido mientras yo yacía.

Lentamente comencé a pasear por las alargadas y suntuosas galerías repletas de estanterías de arriba abajo. Tras unos minutos, que bien podrían haber sido horas, me detuve frente a un estante. De seguido estaba tomando un libro entre mis manos, no sé bien si fue el azar o el hado el que me llevó a mi elección, lo cierto es que ya poseía el tomo.

Su tacto era suave, aterciopelado y sedoso a la vez. Las cubiertas negras, amplias y pesadas le daban firmeza y solidez. En su centro había un delicado dibujo entretejido en hilo de oro. Este representaba una estrella de cinco puntas circunscrita en un aro de símbolos extraños como matemáticos o de algún alfabeto antiguo que no supe identificar. En el interior de la estrella se encontraba un ojo con la pupila llameante, todo con un exquisito acabado. No había rastros de título en el ejemplar.

Cuando lo abrí, fue como si mi mente se desprendiera de mí, arrastrando tras de sí uno a uno todos mis sentidos. Y de repente fue como si me sumergiera en el espacio a una gran velocidad, como peso inerte que cae en las profundidades de una poza oscura. Un mar de sensaciones me invadieron desde todos los puntos de mi alrededor y de mi propio interior; sentía frío, calor, sudor, hedor, como si una fiebre extraña me invadiera; sentía placer y dolor al mismo tiempo, muerte y renacimiento al unísono, el silencio más profundo y además la más hermosa de las de las sinfonías...

Vi el pasado y más atrás aún. Descubrí informes criaturas en su más aberrante esplendor, seres increíbles que solo viven en la mente humana y que se alimentan en las sombras que la razón no llega a iluminar de los restos oníricos que nuestros despertares desechan y creemos borrados.

Me perdí luego en un infinito laberinto de sensaciones que  me hicieron conocer muchos secretos que ahora no puedo eliminar y que se grabaron a fuego en mi subconsciente.

Sentí como el  poder del universo fluía por mi interior. Toqué la verdad con la palma de mi mano y justo cuando iba a cerrarla y a llevarme conmigo el secreto del universo y la luz de la eterna verdad me iluminaba hasta cegarme, en ese instante justo, el libro se cerró de golpe, y yo me sentí caer.


Cuando abrí los ojos la mesa estaba fría, y los papeles yacían desperdigados por su superficie. El murmullo de la gente parecía haber disminuido, ahora había menos personas en la estancia.

Todavía trastornado del despertar me levanté de mi asiento y comencé a recoger mis bártulos, todavía meditando sobre aquel bizarro sueño.

Cuando salí del edificio estaba anocheciendo, el viento batía las copas de los árboles en un rumor estremecedor, era un viento norteño que helaba hasta la sangre. Abroché el abrigo y comencé a caminar.

Mientras andaba noté como se me abría la maleta, así que me detuve para volverla a cerrar y cuando me asomé a su interior, descubrí entre mis cosas un bulto intruso. Lo agarré y vi que era un libro de tacto aterciopelado, grandes y pesadas tapas negras y en cuyo centro se ubicaba un precioso detalle bordado en hilo de oro que representaba una estrella circunscrita entre símbolos y con un ojo llameante en el centro....

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