En los suburbios de la Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre.
En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave. Pana por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma; y llave por... Llave, por llave -me dice mi amigo Benedetti. Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero: cinco llaves de cinco casas de cinco amigos; las llaves que lo salvaron.
Eduardo Galeano
El libro de los abrazos

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