En las siguientes líneas dedicaré mis
palabras a una recurrente reflexión que ha asaltado las mentes que anhelan la
libertad desde los tiempos de Tomás Moro. Pondremos el acento en dos enfoques
principalmente: Las Distopías por un lado, y las actitudes individualistas,
desafiantes y rebeldes frente a la sociedad establecida que describiré a través
de tres personajes de ficción, por otro.
Distopía se define
como una sociedad caracterizada por un enfoque en las sociedades negativo tal
como la pobreza masiva, la desconfianza pública, el Estado policial, la
miseria, el sufrimiento o la opresión. La mayoría de los autores de ficción
distópica exploran al menos una de las razones por que las cosas son así, a
menudo como una analogía para cuestiones similares en el mundo real. En
palabras de Keith M. Booker, la literatura distópica se utiliza para
«proporcionar nuevas perspectivas sobre las prácticas sociales y políticas
problemáticas que de otro modo podrían darse por sentado o considerados natural
e inevitable».
El nacimiento de la literatura distópica
nace en 1921, cuando el ingeniero ruso Yevgeni Zamiatin publica «Nosotros»,
presentando a unos seres sin nombre que sufren bajo el yugo del poder absoluto.
Así, la antiutopía o distopía imagina un futuro carente de
privacidad y libertades, en la que la ciencia y la tecnología sirven para que
unas élites todopoderosas esclavicen a la humanidad.
Tras la publicación de «Nosotros»,
llegarían tres clásicos: «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, «1984» de George
Orwell, y «Fahrenheit 451» de Ray Bradbury. Éstos exploraran el totalitarismo,
la industrialización y las guerras mundiales, además de tratar temas como la eugenesia
o la erradicación de la cultura.
Un mundo
feliz. (A. Huxley)
Sus protagonistas presentan puntos de
vista opuestos de esta sociedad que se divide por castas según su
función social. Son Lenina es la perfecta ciudadana, feliz, conforme y,
cumpliendo su función en la sociedad, pero bastante incapaz de ejercer su
libertad de pensamiento.
Bernard Marx intelectualmente más listo que los demás
(alfa-más) —su inteligencia hace que no responda al condicionamiento—; pero
físicamente es más pequeño que el Alfa promedio, se enfrenta a problemas como
el rechazo social y la falta de respeto por parte de las castas inferiores.
Como resultado, se ha convertido en un inadaptado social, avergonzado cuando
trata de propiciar citas con mujeres, desinteresado por los deportes, prefiere
ser miserable que tomar soma (sustancia para el control social) y a
menudo expresa opiniones de inconformismo. El comportamiento inaceptable de
Bernard lo mete en problemas con su jefe, el Director del Laboratorio de
incubación y Acondicionamiento. Sin embargo, Bernard obtiene permiso para
visitar la Reserva Salvaje, donde lleva a Lenina. Allí conocen a John el
Salvaje es el hijo de dos ciudadanos del mundo civilizado. El choque cultural
que resulta cuando el «salvaje» es llevado a la sociedad del «Mundo Feliz»,
como lo llama inicialmente, provee un conducto para que Huxley compare los
valores de la sociedad con los nuestros y señala los mayores defectos de la
sociedad del Mundo Feliz.
Farenheit
451. (Ray
Bradbury)
Guy Montag no es un bombero, sino que es completamente lo
contrario: se encarga junto a sus colegas de provocar incendios, con los cuales
planean quemar todo libro que encuentren. Montag nunca cuestionaba su trabajo,
reteniendo por completo su curiosidad y reduciéndose a lo que él llamaba una vida
feliz. Pero después de cierto tiempo la mente de Montag empieza a funcionar
de forma diferente, cuestionando el porqué de su trabajo y de su forma de vida.
El bombero no puede retener su curiosidad, por lo que roba un libro y empieza a
comprender el mundo en el que se mueve. Montag va aprendiendo más, va
desarrollando su mente y curiosidad, pero son los libros los que le arrebatan
su vida, poniéndolo en encrucijadas respecto a su vida privada, social y
laboral.
En este futuro el pueblo ha puesto en
manos de sus dirigentes una de las decisiones sociales e incluso filosóficas
más grandes para el hombre, planteada incluso desde el Génesis bíblico: ¿He
de pensar o de ser feliz?. Montag no puede contenerse y desafía este
régimen, mostrando su individualismo y curiosidad por medio de los libros, por
los cuales empezó a sentir una tremenda fascinación; pese a sus esfuerzos por
convencer a la gente que lo rodea, ve que no puede convencer a aquella gente
atrapada en esa felicidad provisional, por lo que se convierte en fugitivo.
1984 (George Orwell)
Winston Smith trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su cometido es
reescribir la historia. Tras años trabajando para dicho ministerio, Smith se va
volviendo consciente de que los retoques de la historia en los que consiste su
trabajo son sólo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, y
descubre la falsedad intencionada de todas las informaciones procedentes del
Partido Único. En su ansia de evadir la omnipresente vigilancia del Gran
Hermano (que llega inclusive a todas las casas) encuentra el amor de una joven
rebelde llamada Julia, también desengañada del sistema político; ambos
encarnan así una resistencia de dos contra una sociedad que se vigila a sí
misma.
Juntos Winston y Julia creen afiliarse a la
Hermandad, un supuesto grupo de resistencia dirigido por Emmanuel Goldstein
—un personaje casi tan ubicuo y omnipresente como el propio Gran Hermano, el
Enemigo del Pueblo, traidor a la Revolución y escritor de “El Libro”, el cual
Winston lee hasta llegar a comprender los mecanismos del doblepensar,
herramienta base de dominación del Partido—, y que es en realidad uno más de
los instrumentos de control del Partido. Inequívocamente, el personaje de
Goldstein se refiere a León Trotsky, el némesis de Stalin.
A través del análisis de sus personajes
principales, encontramos que las tres novelas hablan de la disconformidad, de
las conductas antisistémicas, desde descubrimiento de una verdad oculta, velada
tras los artificios de una sociedad futura que ha entregado su libertad a
cambio de la comodidad y la seguridad. Han sacrificado todas las cosas que los
hacían ser personas en pos de convertirse en números, en cifras, en piezas o
eslabones de una inmensa cadena que es la sociedad.
Sus personajes comparten una visión de la
realidad más relativa. A todos ellos, les ocurre un acontecimiento que les
ayuda a cuestionarse cómo son y deben ser las cosas, les hace reflexionar sobre
lo automático de su vida diaria, levantar por una vez la cabeza y echar una
mirada desde la posición erguida, de tal manera que observamos nuestro entorno
desde otro punto de vista y por tanto desciframos cosas que antes eran ocultas
o mejor, pasaban desapercibidas.
Otro punto común entre dichos personajes
radica en el mundo en que viven y el tipo de sociedad al que están adscritos.
Se trata de escenarios en que la sociedad está altamente jerarquizada y sus
habitantes clasificados y destinados a desempeñar una función predeterminada.
Un denominador común de estas sociedades es que los individuos carecen de
voluntad y libertad de opciones. Desde la dirección del Estado se conduce a la
sociedad hacia una meta común de orden superior, por la que merece la pena
sacrificar todo atisbo de individualismo o personalidad en pos de alcanzar el
objetivo final de la manera más eficiente. Se trata por tanto, de sociedades
deshumanizadas en las que todo deber ser cuantificable y cuantificado, y en las
que no cabe la subjetividad del individuo pues todo está dirigido desde las
élites que controlan la masa social…
Estas tres obras son ya consagradas
clásicos de la literatura universal, y sus autores son, a día de hoy,
considerados auténticos profetas de la literatura de ficción. Gran parte del
magnetismo de estos libros radica en su atemporalidad. Considerando sus
fechas de redacción, hace más de medio siglo, podemos ver en ellas cierto
atisbo de advertencia que entraña un mensaje ético y moral dado que realizan
hipótesis de fórmulas sociales posibles y por tanto plantean cantidad de dilemas
y reflexiones que pueden ayudarnos como sociedad hacia el camino de la
felicidad.
Recomendamos su lectura, su estudio, su
degustación… En estos tiempos oscuros en que economía y ciencia se dan la mano,
estos libros nos advierten de un mañana posible y su lectura no puede sino
causar una reacción en el lector…
Que los disfrutes.

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